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Xiomara Castro lidera en Honduras con una promesa de cambio a pesar de sus vínculos al pasado

CIUDAD DE MÉXICO— La candidata de oposición, Xiomara Castro, se acercó más a una sorprendente victoria presidencial la mañana del lunes. Ha prometido una nueva era de inclusión democrática en un país donde en años recientes la desesperación ha expulsado a cientos de miles hacia la frontera con Estados Unidos en busca de refugio.

Castro, de 62 años, tenía 20 puntos porcentuales de ventaja por encima del candidato del Partido Nacional oficialista al contabilizarse el 51 por ciento de las actas de votación. Los resultados de los comisiones del domingo parecen mostrar un repudio a 12 años de gobierno del Partido Nacional, caracterizado por la corrupción, el desmantelamiento de las instituciones democráticas y acusaciones de vínculos con los carteles del narcotráfico.

Miles de hondureños salieron a las calles para celebrar lo que consideraban una ventaja irreversible de Castro. Encendieron fuegos artificiales y cantaron “JOH, JOH te vas”, en referencia a las iniciales del muy impopular mandatario saliente, Juan Orlando Hernández.

Muchos expresaron la esperanza de que, de ganar, Castro lograría solucionar las dolencias crónicas que durante décadas han sumido al país en la pobreza y la desesperación: corrupción generalizada, violencia, crimen organizado y migración masiva. También temían que el Partido Nacional intentara cometer fraude electoral en los resultados que seguían sin contarse, dado que los líderes del partido pueden enfrentar cargos de corrupción o incluso de tráfico de drogas después de dejar el cargo.

“Vamos a recuperar Honduras porque ahora estamos gobernados por delincuentes”, dijo Mariela Sandres, una estudiante que celebraba fuera de la sede de campaña de Castro la noche el domingo.

De cierto modo, Castro representa un quiebre en la política tradicional de Honduras. Su liderazgo imponente en lo que ha sido una elección sobre todo pacífica hasta el momento, también parecía un aplazamiento a la ola de autoritarismo que arrasa Centroamérica.

Si los resultados actuales se confirman, será la primera presidenta mujer en un país profundamente conservador y la primera líder electa democráticamente con una plataforma socialista.

Ha prometido reconstruir la debilitada democracia del país e integrar a todos los sectores de la sociedad hondureña para reformar un Estado que ha servido a los intereses de un pequeño grupo de élites desde la época colonial hace siglos. En un discurso el domingo por la noche, Castro dijo a sus partidarios que comenzaría inmediatamente a conversar con aliados políticos y opositores para formar un gobierno de unidad nacional.

“Nunca más se va a abusar del poder en este país”, dijo.

Castro dijo que consideraría legalizar el aborto en casos limitados y que volvería a llamar a los investiggadores internacionales anticorrupción que fueron expulsados por Hernández luego de que empezaron a indagar a su círculo cercano por sospechas de corrupción.

No obstante, Castro también tiene profundos vínculos al sistema político de Honduras. Y su capacidad de cumplir sus promesas de campaña probablemente enfrentará el desafío de la oposición de los sectores más conservadores del Congreso y de su propia coalición política.

Durante los mítines de campaña, Castro capitalizó el repudio generalizado hacia el gobierno de Hernández. Pero no ha sido específica sobre lo que su propio gobierno haría más allá de rechazar las medidas más impopulares de la gestión actual.

La candidatura de Castro estuvo moldeada por su matrimonio con Manuel Zelaya, un terrateniente adinerado de Honduras y expresidente que fue depuesto por un golpe militar en 2009 luego de intentar emular las políticas de Hugo Chávez, quien entonces era presidente de Venezuela.

Zelaya, quien sigue siendo un personaje polarizador en Honduras, es el fundador y líder del partido político de Castro y ha fungido como su jefe de campaña. De confirmarse su victoria, se espera que ocupe un papel protagónico en el gobierno liderado por Castro, quien desde el golpe estuvo viviendo en gran parte fuera de Honduras.

Joan Suazo colaboró con la reportería desde Tegucigalpa, Honduras.

Anatoly Kurmanaev es un corresponsal radicado en Ciudad de México, desde donde cubre México, Centroamérica y el Caribe. Antes de integrarse a la corresponsalía de México en 2021, pasó ocho años reportando desde Caracas sobre Venezuela y la región vecina. @akurmanaev


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